La vida de Comte-Sponville, sobre todo su infancia, marca su pensamiento y el gran valor que él atribuye a la filosofía como una necesidad vital. Es un autor superventas, muy popular sobre todo en Francia. Sus numerosas obras tocan temas y problemas centrados en la vida real.
Las reflexiones que André Comte-Sponville hace sobre la filosofía son curiosas e interesantes. Uno estudia filosofía, dice, porque no es feliz. La filosofía aparece como una crítica de las ilusiones falsas, como una necesidad humana y no es una disciplina que haya que estudiar, sino una dimensión constitutiva de la existencia humana.
Tras debatir sobre todas estas cuestiones, pasamos a una segunda parte en la que nos centramos en el tema de la felicidad, como objeto de la filosofía. Una felicidad, dice, que busca la verdad. Frente a lo que se suele pensar, Comte-Sponville considera que la esperanza no nos conduce a la felicidad, sino que es una trampa que nos mantiene siempre dispuestos a ser felices, sin que lo seamos nunca. Se trata de esperar menos y amar y querer un poco más. Debemos desear, disfrutar y gozar con lo que tenemos y producimos sin limitarnos a esperar.
El tema de la felicidad, tal como lo enfoca Comte-Sponville, provoca entre nosotros un debate intenso que aterriza casi siempre en casos concretos de la vida real.
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