Gramsci muestra que el poder no solo se vale de la coacción coercitiva, sino también de la dirección-asentimiento, es decir de toda una serie de valores, creencias, conocimientos y concepciones ideológicas que sirven para que la mayoría de las personas acepten el poder establecido. Así Gramsci insiste en la importancia de la superestructura para establecer la hegemonía de una clase social sobre otra. Incluso afirma que la burguesía puede mantenerse en el poder en periodos de crisis económica, gracias a la subordinación ideológica que ejerce sobre las clases subalternas.
Teniendo en cuenta lo anterior, Gramsci incita a rehabilitar la función cultural e intelectual de los trabajadores. Es preciso que los obreros salgan de la ignorancia y alcancen una cultura que les permita crear un nuevo bloque histórico para lograr la emancipación de todos. Es necesaria la transformación de la estructura económica también desde una nueva superestructura cultural revolucionaria.
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