El poder abarca a todos los seres humanos. No solo viene de arriba abajo, sino que está en todos y es un flujo que va de unos a otros. Foucault muestra las últimas ramificaciones del poder en su obra “Microfísica del poder”. El poder no es solo represión, sino también realización que nos construye, mediante la producción de “verdad” en su modalidad de “poder-saber”.
Foucault describe la evolución del poder a lo largo de la Historia. Se ha pasado de un poder punitivo, que castiga, a un poder disciplinario, que configura y reforma la manera de ser de las personas.
Todas las instituciones como las cárceles, los manicomios, los hospitales, las escuelas, las fábricas y hasta la familia y las instituciones religiosas vigilan y establecen normas para “normalizarnos”. La vigilancia como instrumento anónimo del poder, posibilita el control de todas las tareas y comportamientos.
El poder crea un discurso en el que se impone su verdad, pero cabe la resistencia a ese discurso, mediante discursos contrarios.
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